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21 el que jura por el Templo, jura también por aquel que vive dentro de él. 22 Y el que jura por el cielo, jura también por el trono de Dios y por Dios mismo, que se sienta en ese trono.

23 ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que ofrecen a Dios el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero no se preocupan de lo más importante de la ley, que es la justicia, la misericordia y la fe! Esto último es lo que deberían hacer, aunque sin dejar de cumplir también lo otro.

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